Parece que no cabe
en el pecho. Tan grande
tan hermoso, que
el pecho
es chico. Y nada
importa.
¿De quiém
serán los árboles,
de quién
los ríos, los cielos
sino
de aquel que ama?
Miradle
los caminos,
alta
frente, la luz
sobre
la frente, el paso
sobre
las aguas sin roce,
la palabra
purísima,
el fuego
limpio. Tiemble
la Enemiga.
Dejadlos
en su
dicha. Se hicieron
los árboles,
las nubes,
las aguas,
los senderos
pacíficos,
los céspedes
bajo
la sombra, el irse
en la
paz, para ellos.
Dejadlos,
los amantes.
José Antonio Muñoz Rojas, Obra completa en verso. Madrid: Pre-Textos,
2008, p.168.